Cuestión de Genes

Cuidados básicos de la piel sensible

La piel sensible se caracteriza por sufrir rojeces e irritaciones constantes, ya que reacciona de forma excesiva a agentes externos. Para aprender a prevenirla y manejarla, puedes implantar algunos cuidados básicos a tu rutina diaria, que te ayudarán a tener una mejor salud dérmica.

¿Para qué sirve la piel?

La piel es un órgano fascinante ya que es el más grande del cuerpo humano y desempeña múltiples funciones. Además de la más obvia, que es ejercer como barrera protectora frente a los agentes externos, la piel también sirve para:

  • Impedir la pérdida de agua 
  • Mantener la temperatura corporal, algo que consigue gracias a la dilatación y constricción de los vasos sanguíneos y del sudor.
  • Percibir el dolor o la presión, gracias al sentido del tacto.
  • Sintetizar vitamina D a través de las células cuando reciben luz solar.

Como ves, la piel tiene un papel fundamental en nuestro organismo. Por ello, para que pueda llevar a cabo sus funciones de forma correcta, debemos poner especial atención en su cuidado, evitando el desarrollo de sensibilidad u otras dolencias.

Las tres capas de la piel

Aunque solo podemos ver una de ellas, la más externa, la piel tiene tres capas:

Epidermis: esta es la capa exterior de la piel y, por tanto, la que podemos ver. Las células más abundantes de esta capa, que componen hasta el 80% de la misma, se denominan queratinocitos. La epidermis presenta una regeneración constante, por lo que las capas superficiales se van descamando. En la parte más externa de la epidermis se encuentra el manto hidrolipídico, formado por las secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas. Debido a esta composición, la epidermis puede cumplir las siguientes funciones: 

  • Actuar como barrera protectora frente a elementos externos como las bacterias, los agentes tóxicos o los rayos UV.
  • Evitar la pérdida de líquidos, y mantener la piel elástica e hidratada. 

Dermis: esta es la capa intermedia de la piel, y está compuesta principalmente por elastina y colágeno, fundamentales para la flexibilidad, elasticidad y regeneración de la piel. Además, en la dermis se encuentran:

  • Receptores del sentido del tacto (terminaciones nerviosas).
  • Glándulas sudoríparas y sebáceas, que contribuyen con sus secreciones a mantener la temperatura de la piel, lubricarla y protegerla.
  • Los folículos pilosos, en los que se desarrolla el vello corporal. 

Hipodermis: esta capa, ubicada debajo de la dermis, es la más profunda de la piel. Está compuesta, entre otras, por células adiposas cuya función principal es producir y almacenar grasas que contribuyen a mantener la temperatura corporal y a amortiguar los golpes del exterior. 

¿Qué es la piel sensible?

Una piel es sensible cuando se deteriora su capacidad de ejercer como barrera ante las agresiones externas, reaccionando ante ellas con inflamaciones o rojeces. Una de las causas es la pérdida de agua y lípidos, por lo que la piel no puede regular la humedad y protegernos de los elementos del exterior. Aunque la piel sensible puede localizarse en todo el cuerpo o bien en un área concreta, la piel del rostro es la más vulnerable, debido a que es la que se encuentra más expuesta a agentes externos como rayos UV, elementos químicos y contaminantes. 

Síntomas de piel sensible

Los síntomas principales que pueden alertarnos de que tenemos piel sensible son: 

  • Surcos finos causados por la sequedad.
  • Aspecto mate.
  • Descamación.
  • Enrojecimiento.
  • Erupciones.
  • Hinchazón.
  • Aspereza.

Todos estos síntomas además pueden ir acompañados de sensaciones como picor, ardor, tirantez y pinchazos.

La piel sensible es altamente reactiva al clima, la temperatura y a sustancias químicas contenidas en productos de aseo personal. Por este motivo, requiere tratamientos especiales que no contengan ingredientes agresivos para ella.

Es muy importante que conozcamos cómo prevenir la piel sensible y, si la padecemos, la manera de atenuar sus síntomas y de evitar acciones que puedan empeorarlos.

¿Por qué tengo la piel sensible?

La piel tiene un complejo y equilibrado sistema que le permite mantenerse sana. Si este equilibrio se ve alterado, aparece la piel sensible. Vamos a ver como dichas alteraciones pueden dar lugar a esta afección. 

Como hemos visto, en la epidermis se encuentra el manto hidrolipídico, que actúa como una capa protectora de toda la superficie cutánea frente al conjunto de agentes externos. Presenta un pH ligeramente ácido, aproximadamente de 5, que le permite ser eficaz frente a bacterias o elementos externos muy alcalinos como el jabón de uso cosmético. Además, debido a la permeabilidad característica de esta capa y a su descamación natural, es posible mantener los niveles óptimos de hidratación. 

Cuando se altera el correcto funcionamiento del manto hidrolipídico pueden aparecer los síntomas característicos de la piel sensible a cualquier edad. No obstante, hay dos momentos de la vida en los que hay más posibilidades de desarrollar piel sensible: la lactancia y la vejez

En ambos casos, la piel se vuelve más vulnerable a los agentes externos. Los bebés, se debe a que cuando nacen, presentan una piel mucho más delgada que los adultos, llegando incluso a ser una quinta parte más fina. Al ser menos gruesa, su función como barrera protectora está debilitada, no pudiendo reaccionar correctamente frente a todos los agentes externos. 

En el proceso de envejecimiento, lo que ocurre es que disminuyen de manera generalizada los procesos metabólicos y, por tanto, la síntesis de lípidos. Esta falta de lípidos produce una mayor deshidratación de la piel, dando lugar a una piel sensible.

Causas más frecuentes de la piel sensible 

Entre las causas que ocasionan la piel sensible, las más comunes son:

  • Los rayos UV y contaminantes medioambientales.
  • Desequilibrios hormonales, como los asociados a la adolescencia, el ciclo menstrual, el embarazo o la menopausia.
  • Factores de riesgo, como padecer dermatitis atópica, acné o hipersensibilidad.
  • Intolerancias y algunas alergias.
  • Deshidratación por falta de agua o por sudoración excesiva.
  • Cambios climáticos que afectan a la temperatura y a la humedad.
  • Exceso de jabones y detergentes que alteran el pH.
  • Estrés, falta de descanso y una mala alimentación
  • Algunos tratamientos médicos como la radioterapia y ciertos fármacos.
  • Productos cosméticos que lleven humectantes o alcohol, entre otras sustancias que pueden resultar perjudiciales

Hábitos perjudiciales para la piel sensible

Existen ciertos hábitos con los que creemos estar cuidando nuestra piel, y que en realidad pueden estar perjudicándola. Por eso es importante que sepas que algunos gestos tan cotidianos como los que enumeramos a continuación pueden ocasionar piel sensible o empeorar esta condición:

  • Lavarse la piel con excesiva frecuencia o hacerlo de manera poco adecuada, como por ejemplo, usando agua demasiado caliente o productos con ingredientes agresivos.
  • Las exfoliaciones mecánicas o fisiológicas. Estas pueden ser beneficiosas ya que actúan sobre el manto hidrolipídico, eliminando células cutáneas muertas y reduciendo arrugas. Sin embargo, en pieles sensibles pueden causar irritaciones.
  • El rasurado podríamos definirlo como una acción exfoliante, por lo que presenta los mismos riesgos que los que hemos explicado arriba. Además, al rasurarnos utilizamos productos cosméticos como espumas o cremas que al haber dejado la piel más expuesta puede que se vea más afectada por los productos químicos que contienen.
  • El tabaquismo, que de por sí es muy perjudicial para la salud, está asociado a numerosos problemas dermatológicos como el acné o el retraso en la curación de las heridas.

Consejos para cuidar pieles sensibles

Si tenemos piel sensible es fundamental que visitemos a un profesional que pueda prescribirnos el tratamiento más adecuado y realizar un seguimiento de la eficacia del mismo. Además, también podemos tomar ciertas medidas destinadas a mitigar el estado de sensibilidad de nuestra piel: 

  • Utilizar cremas con protección solar incluso en invierno, ya que como hemos visto los rayos UV tienen efectos muy nocivos en la piel sensible.
  • Implantar en la higiene habitual el uso de productos con componentes activos capaces de minimizar la sensibilidad cutánea, como es el caso de la glicerina. Los jabones elaborados con glicerina respetan el pH de la piel y eliminan sus impurezas sin resultar agresivos. Además, la glicerina retiene la humedad, manteniendo así la piel hidratada de forma natural, una característica que hace que los jabones elaborados con este ingrediente sean especialmente adecuados para pieles secas.
  • Hidratar la piel de forma adecuada, especialmente la del rostro, es importante para mejorar su aspecto y para protegerla de las agresiones externas.
  • Evitar ducharse con agua demasiado caliente, ya que esta contribuye a deshidratar la piel. Además, a la hora de lavarnos la cara será también mejor utilizar agua fría o tibia, intentando evitar el agua caliente. 
  • Protegerse de las agresiones climáticas, especialmente de las temperaturas muy frías, con cremas apropiadas y bebiendo mucha agua para garantizar la hidratación. 
  • Descansar bien y evitar el estrés, ya que son dos factores pueden hacer reaccionar a una piel sensible.
  • Llevar una dieta rica en antioxidantes y aceites naturales, que contribuyen a restablecer el equilibrio en nuestra piel.

¿Es lo mismo piel atópica que sensible?

La piel atópica es una enfermedad multifactorial en la que intervienen factores genéticos, ambientales e inmunes, entre otros. Por lo tanto, son dos alteraciones de la piel que no deben confundirse.
Como has visto, la piel tiene un papel muy importante en nuestro organismo, por eso no debemos descuidarla. Es fundamental que nos preocupemos cada día por no exponerla a situaciones que puedan dañarla y generar piel sensible. En Veritas apostamos por el cuidado proactivo de la salud, por eso esperamos que este artículo te haya resultado interesante y, sobre todo, útil para saber cómo mantener tu piel en buen estado.

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